31.1.14

Arena, barro, agua y fuego....

Ya tengo mis primeras piezas de barro cocidas a fuego y estoy feliz con el resultado.

Conocí a Aquilino en el mes de octubre, en una muestra sobre consumo ético y responsable.....

Me gustó el personaje, el profesional, pero sobre todo, la persona que es y la pasión con la que habla y te muestra su trabajo. Realmente vives con él sus explicaciones en cada paso, como si todo fuera "coser y cantar" y cualquiera, como él dice, pudiera hacer lo que él hace.....pero no es así....

Trabaja el barro sin torno, como se hacía en la época prehispánica...inventa el barro como entonces, buscándolo en los yacimientos más erosionados y antiguos de la Isla....él sabe dónde está su materia prima y de ella, saca todo.....Saca la base de sus trabajos, pero también los colorantes, que no son otra cosa que emulsiones de caliches y polvo terracota de sus barros. Santa paciencia!! emulsionar, decantar, esperar...filtrar y al final...entre el crema más pálido y el rojo más encendido una gama infinita de tintes en crema con la textura del mejor maquillaje, imposible no sentir su tacto como un bello y natural cosmético sobre la piel, sobre las manos......

Son sus manos un prodigio en el hacer lo imposible, fácil, hasta que te tropiezas con la torpeza de las tuyas y despiertas a la realidad, de que su arte se consigue tras muchos años de práctica, de observación de prueba de error y de una enorme dosis de talento, infinito talento para hacer y amar, mejorar y llevar hasta nuestros días el modo de hacer y de trabajar de nuestros antepasados.

Y luego está el fuego, demoledor....a una temperatura altísima, emulando la de los volcanes, cristaliza y sella las pequeñas ofrendas que le enseño, arrasando cualquier atisbo de modernidad de remota historia contemporánea, dejándolas como siempre debieron ser...más que viejas, antiguas milenarias, primitivas hasta el infinito....

Noto el peso de las piezas, su dureza y su fragilidad, me parece increíble que fueran hace unas semanas un amasijo moldeable de arena negra y es, en las piezas más pequeñas, en aquellas que emulan pequeños cacharritos de cocinilla de niñas, donde imagino unas manos pequeñas infantiles que ya no existen, que de pura antigüedad no serían más que polvo y caliche en la actualidad, jugando con estas ollas y me estremezco en el ciclo de la vida en el que vivo, camino, existo y del que nunca he permanecido en otro lugar que no sea dentro de él.

Gracias "maestro", repetiré!

Emulsiones para el pintado de las piezas

Emulsiones terracota para el pintado de las piezas

Pieza terminada en el taller de Aquilino

Moldeado de piezas pequeñas para el juego de los niños

El que todo lo puede

Mis humildes piezas, pintadas con las emulsiones reposando antes de ser abrasadas por el fuego

Pieza terminada, absolutamente imperfecta

Pieza terminada a fuego

La huella de la aprendiz

Arena negra que el fuego no fundió pero cristalizó

Unas manos infantiles sostienen lo que el fuego dejó sellado

La firma del maestro