Llegó el verano y en el fin de semana que lo recibía de días largos y una luna llena inmensa, dimos por finalizado el curso escolar de los niños con una carrera entre padres, alumnos y profesores muy divertida, recogimos las notas, ¡excelentes! y ¡excelente alumno! escribió el profesor de mi hijo en su cuaderno de notas....qué orgullosa me ha hecho sentir esa pequeña frase....
Participé en una carrera con amigos por un paisaje increíble, nos alimentamos de maravillas culinarias, y bebimos un vino fresco, semidulce e intenso, bailamos como hacía mucho que no lo hacíamos, construimos una hoguera y cumplimos con el ritual de las piñas asadas, los papelitos con deseos, papelitos con aquello que queríamos sacar de nuestras vidas, lo quemamos todo y nos bañamos...¿cómo no? en la marea...aunque esta vez sólo fueron los pies cansados de la carrera....
Todo eso y mucho más en 72 horas intensas y felices.....el verano llegó, supongo que teníamos más ganas de celebrarlo de lo que pensábamos......
De toda esta intensidad me quedo con estas imágenes, etéreas, efímeras, delicadas, transparentes...la felicidad la entiendo así, bella e intensa, efímera y ligera.....como gotas de cristal suspendidas de un hilo muy fino que puede en cualquier momento romperse...pero para qué pensar en ello, si es tan bonito mirarlas.....
